Lo primero que hice después de llegar de Culiacán fue poner el pinito de navidad, me olvidé de comer, de bañar y de descansar (<-- no tengo vergüenza).
Descubrí que mis papás habían comprado un nuevo arbolito, esta vez más alto que yo. Siempre soñé con tener un árbol navideño más alto que yo, allí lo tengo, en todo su esplendor y en toda su grandeza con sus 190 centímetros de largo.
Por el contrario, nunca me han gustado los árboles de verdad. Eso de cortarles sólo para satisfacer la necesidad ilógica del aroma a pino me parece bastante ridículo, pero creo que poco o nada les importa al resto de las personas.
Son vacaciones y estoy tan feliz que no tengo la más remota idea de que otra cosas escribir en esta entrada, pero en fin, he cumplido con la promesa de la fotografía del árbol de este año. AQUÍ está el del año pasado :D
Descubrí que mis papás habían comprado un nuevo arbolito, esta vez más alto que yo. Siempre soñé con tener un árbol navideño más alto que yo, allí lo tengo, en todo su esplendor y en toda su grandeza con sus 190 centímetros de largo.
Por el contrario, nunca me han gustado los árboles de verdad. Eso de cortarles sólo para satisfacer la necesidad ilógica del aroma a pino me parece bastante ridículo, pero creo que poco o nada les importa al resto de las personas.
Son vacaciones y estoy tan feliz que no tengo la más remota idea de que otra cosas escribir en esta entrada, pero en fin, he cumplido con la promesa de la fotografía del árbol de este año. AQUÍ está el del año pasado :D