24 nov 2014

"Incluso después de haber apagado la luz"

Post íntegro de @Inti en Esquizopedia.
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¡Ay la pereza, mi entrañable amiga! Si este blog no ha muerto es porque lo quiero muchísimo (y lo amaré por siempre, de eso pueden estar seguros), pero de eso a escribir uno o dos post a la semana ya me parece una tarea titánica. No podría. Tampoco es que quiera hacerlo, claro. Antes, cuando era estudiante y vivía en otra ciudad —más grande, más tosca, más excesivamente depresiva— escribía para no sucumbir a la tristeza de verme en un mundo que nunca me resultó familiar. Este blog nació a escondidas. Una madrugada calurosa de agosto en la que soñaba ingenuamente con congelar el tiempo y expresarme, aunque fuera torpemente, sobre aquello que me movía; lo que me inquietaba, lo que me hacía sentir viva. Han pasado más de 7 años desde aquel día, pero aun hoy ese primer post se asoma con ternura entre tanto presente distinto. Al final conseguí congelar el tiempo, plasmar con un poema que no era mío y una vieja fotografía de mis abuelos, un sentimiento que estaba ahí presente. Un cariño tierno a los ancianos de la foto; a la que se fue y al que se quedó con lo huraño de sus años.

Ahora ya no estudio; trabajo. Y las ciudades cambian y la gente también. El tiempo se hace más pequeño y es cuando comienzas a entender a las personas que sueñan con días que tengan más de 24 horas. Mi trabajo no es físicamente agotador pero mentalmente me exprime toda clase de energía después de estar ocho horas interactuando con personas. Es tan absurdo que dudo que alguien me entienda. Cuando estudiaba Medicina Veterinaria tomaba dos autobuses para llegar a mi destino; audífonos puestos, celular con mi música favorita y un asiento al lado de la ventana en un transcurso de 40 minutos de ida y otros 40 de regreso me daban el tiempo suficiente para pensar en una decena de cosas que podía escribir en mi blog. Mirándolo en retrospectiva, era hasta terapéutico. En las ocho horas que estaba ahí afuera: calle, universidad, calle, casa, interactuaba aproximadamente con cinco o seis personas (incluyendo a los choferes de los autobuses y a la señora de la cafetería). Era perfecto. No había una multi-saturación interactiva con personas. Nada de 60 clientes al día.

Abro un paréntesis: no es que me dé miedo la gente, es que si tuviera que elegir entre hablarles y no hablarles preferiría no hacerlo ¿Y por qué preferiría no hacerlo? Porque no me interesan. Llevo 26 años en este mundo y aun no sé cómo hacer para que la gente me interese. No es que me resulten indiferentes, eh. Si hay algo que no tolero en la vida es el sufrimiento humano en ninguna de sus formas y si tuviera que privarme de algo que está a mi alcance para que otra persona lo tenga, lo hago sin dudarlo. Lo he hecho varias veces. Pero de eso a “me importa muchísimo cómo te va en la vida” pues no. Quizá por eso no tengo amigos. En primera, porque no quiero tenerlos. En segunda, porque no me interesa tenerlos, ni siquiera por curiosidad. Y en tercera, porque hay un punto en la que no me interesa saber más de esa persona. Es como una barrera. Siempre he tenido la duda existencial de saber si, cuando la gente pregunta “¿Cómo estás?”, lo hace porque de verdad le importas o simplemente por mera cortesía (como yo) ¿Será eso egoísmo? Soy de las que no dudan en ceder el paso a otras personas en una fila, o levantarme para darle el asiento a una persona mayor o una mujer embarazada. Me gusta tratar a la gente como a mí me gustaría que me trataran (para mí esa es una regla de oro); sobre todo porque las personas que me rodean no tiene la culpa de mi extraña forma de ser y tampoco pretendo que se sientan mal por mi incapacidad para empatizar con ellas. Es decir, seré muy inútil para varias cosas pero con el tiempo entendí que la mentira social (mentir por educación para no ofender por sinceridad) existe por un motivo. Eso sí, mi amabilidad termina donde comienza tu insulto XD.

Anyway, me estoy desviando del tema porque así de consistente soy yo. Esto no es una queja, ni siquiera creo que sea una justificación. Sólo una aclaración. Jamás me cansaré de este blog y por muy solitario que parezca a veces regresaré mientras ambos tengamos fuerza y vida. Es mi refugio, mi isla desierta personal e imperfecta. Me fascinan sus desfases a la hora de actualizarlo y lo variado de sus post. Nunca he querido que se centre en una sola cosa sino en cosas random que me pasan, veo, leo o escucho. Una variabilidad del ciber espacio, siempre cambiante y siempre presente. Siempre despierto aunque parezca dormido. De vez en cuando se me viene a la mente aquella carta de @Inti donde sentenciaba que “Bloggear es un acto de rebeldía” y remataba con un “Así que acéptalo, eres un blogger, y seguirás siéndolo incluso después de haber apagado la luz.” Que así sea, camarada. Que así sea. :)

Otras cosas:
  • Netflix es la octava maravilla del mundo y mi teléfono celular es la novena… Ahí he estado todo este tiempo xD.
  • Comencé viendo The Following y terminé sumergida en Ripper Street. Luego les explico por qué.
  • Ya tengo mi opinión de Orgullo y Prejuicio escrita, revisada y almacenada en el blog. Se publicará en los próximos días y ehm, ADORÉ ESA NOVELA, ADIÓS.

2 comentarios:

  1. Solo una palabra, felicidades, por no abandonar un proyecto tan personal como lo es (claro) un blog personal... respeto mucho a las personas que de vez en cuando se toman un tiempo para escribir cosas de su persona (y hacerlo bien además), quizá por aquello que se tiene a mal llamar "envidia de la buena (yo prefiero expresar: me da gusto por ti)", ya que yo mismo quisiera tener el tiempo suficiente para ponerme a redactar de cosas aleatorias de mi existencia, mi pensar, y/o mi circunstancia... con un mínimo de "calidad" auto-impuesto, para no terminar descartándolo como lo hago, precisamente por no disponer del mentado tiempo que requiere la tarea.

    Lo más cercano que tengo a eso, es mi blog musical, y ni aún cuando me he dispuesto a ser tremendamente breve logro seguirle el ritmo. Me refiero por supuesto, a esa voz interna que siempre te recuerda que tienes un blog, la cual pareciera instalarse en el cerebro a la par que abres tu cuenta o inicias con entusiasmo tu primer post.

    En fin, en lo que escribía esto, ya voltee a ver un par de veces la esquina inferior derecha del monitor... y tristemente veo que el reloj no ha aprendido de compasión. Así que acá andamos, tan extraños, y tan parecidos... incluso después de haber apagado la luz.

    Chida tarde.

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    1. ¡Gracias por tu comentario, Sekto!

      ¿Sabes? Hace tiempo, en los primeros años del blog, escribía con una pasión desenfrenada, casi histérica. No lo veía como obligación, sino como una necesidad para mantener la cordura. Suena cursi y hasta romántico, pero así era: la necesidad de escribir para corroborar que seguía viva. Pero poco a poco, conforme pasaba el tiempo, esa necesidad iba desapareciendo.

      Uno logra encontrarle estabilidad a la vida (o como tú lo mencionas "el reloj no ha aprendido de compasión"); el presente se convierte en pasado y cuando reaccionas ya no tienes el espacio de escribir cuando nada se detiene, cuando tu rutina ya está hecha y al regresar a casa lo único que quieres es descansar un poco y no quemar las pocas neuronas que no han sucumbido al cansancio sentandote frente a la laptop a escribir más sobre ti.

      ¿Será que nos hacemos mayores o que nuestras responsabilidades crecen? Quizá jamás podamos respondernos del todo. A pesar de todo quiero mantener este blog vivo. Jamás actualizaría por obligación (no me gusta cómo me quedan los post cuando actualizo porque siento la obligación de hacerlo. Lo haré cada vez que quiera hacerlo; cuando la necesidad de plasmar algo regrese, ya sea dentro de seis días o tres meses. :)

      ¡Un saludo! :D

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